Pensamientos y reflexiones derivadas de la experiencia de ir al cine y a la vida.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Disfruten del camino

UP

Llega el día en que dejamos de hacer algo que veníamos haciendo con asiduidad. Cada semana, cada mes o, incluso, cada verano. Cualquier día puede ser el primero de la semana, de los meses, de los años en que abandonamos algo. Tiempo denominado que, en su pasar, nos descalifica para, en otro día, retomar lo que dejamos de practicar.


“¿Qué lunes fue el que dejé de soñar?” Cada cual rememore su actividad abandonada. Luego, cada uno, con su ingenio y persuasión, se consuela, se convence y compadece quitándole importancia a lo que no es capaz de volver hacer.


Esos días, a lo largo de la vida, van llegando y se asientan como años. Con esto, con aquello. Justo lo contrario también ocurre, pero suele ser más con vicios que con virtudes. Días y más días en que no dejamos de hacer lo mismo. Albert Einstein dijo aquello de “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.

No consigo superar el mes en que dejo de ir al cine, ya sea como actividad propia en el tiempo vacacional o como impulso espontáneo que en el hombre sucede.

Es verano y estrenan Up. Es en verano cuando reviso e intento planificarme, una vez más, la vida. Al cine hay que ir a divertirse, pero también a mirarse, aprenderse y reinterpretarse. Ojo, también a la sociedad. Y una vez más, en UP, me vuelvo a identificar.

En ese joven explorador que quise ser de chico. En ese matrimonio al que se le pasa la vida en 6 minutos de cine mudo imprescindibles para toda retina y memoria que se precie. Una secuencia maravillosa, conmovedora y tan real como la vida propia o ajena.

Esos mismos momentos pasan en nuestras vidas. Acertado estará quien sepa identificarlos y retenerlos en una fotografía.


Puede que, durante esos minutos de CINE, su pequeño acompañante, habituado a la televisión dialogada de comentarios, ruidos y panderetas, les pregunte: “¿por qué no hablan?”

Sugiero que le responda con otra pregunta: “¿tú te enteras de lo que cuentan?”. Os dirá que sí y eso -¡ESO!- es cine: imágenes que hablan sin palabras. Lo demás es trampa. Les invito a que, con cualquier programa de televisión, accionen el botón que anula el audio. Si no les cuentan nada las imágenes es porque realmente no están contando NADA. Ahórrense seguir viéndolo. Es un criterio que suelo utilizar y no falla. Sirve tanto para un telediario como para un noriado o salsa rosada.

Tan curioso como aleccionador resulta el personaje del famoso y admirado explorador, con el que se nos da cuenta de cómo, cuando uno persiste en un hallazgo o proeza (incluso antes de que lo consiga), ser levantan las voces de la incredulidad y del descrédito, más propias de la envidia que de la ignorancia que la sostiene. Ante tal comportamiento uno puede reprobarse ante los demás repitiendo su valía y hazaña o bastarse y contentarse en sí mismo, en lo que sabe que ha conseguido y no necesita demostrar a nadie.

El éxito es lo que tiene: nos obliga a repetir lo que hemos realizado, corriendo el peligro de confundir nuestro objetivo con el efecto de reprobación de los demás. El fracaso, en cambio, nos da la libertad para probar algo nuevo.

Bastarse y contentarse con lo que uno consigue o posee, aunque no lo parezca, es lo difícil, ¿o no?

Metáforas de la vida donde reflejarnos tenemos mil en UP. Mil porque no he contado más.

El protagonista con la casa a cuestas, las cosas que guardamos y arrastramos toda la vida, mudanza tras mudanza sin hacer efectivo el incendio al que debería equivaler tres de ellas.

Para llegar donde queremos, es necesario deshacerse no sólo de la roña, sino también de aquello que, durante toda la vida, hemos creído imprescindible tenerlo, guardarlo, para, llegado el momento, darnos cuenta de la losa que supone.

Podría seguir enumerando los novecientos y pico símiles restantes, como la nota disonante del perro jefe o el hijo desatendido por sus padres o el amor y alegría que se debe poner en todo, pero prefiero que vayan y descubran qué hay después de perseguir la óptima planificación de un sueño, de una vida.

Vayan y descubran lo que hay después de alcanzar la meta fijada. Vayan y descubran de qué manera se nos cuenta que lo importante, lo divertido, lo emocionante es el camino, no la meta.

2 comentarios:

  1. Por lo que cuentas, le da un aire a Wall-e.
    Esta tarde voy a verla. Ya te cuento.

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  2. sí, hay quienes comparan el inicio de ambas. Inicio en el que muestran verdaddes como puños. Lo bien que cuentan cómo nos ponemos un objetivo y ahorramos para conseguirlo pero cómo esos ahorros se nos van en la vida que nos lleva.
    Yo creo que sí, que los enanos algo pillan. No son tontos y menos si los invitas a reflexionar y hablar de las anécdotas de la película.

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