Pensamientos y reflexiones derivadas de la experiencia de ir al cine y a la vida.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

La curva que coge la vida.

               Uno de los criterios para ir a una película o a otra, cuando no hay causa artística de fuerza mayor, suele ser la hora de la sesión. Pero cuando te das cuenta de que la sesión de las 22.30h no lleva tráileres y sí la de las 22.20h, el criterio se desvanece en pro de la apetencia: querer o no querer ver los avances cinematográficos.
                Hechos para animarte a ver una película y no tanto para informarte sobre ella, los tráileres suelen ser agradables, suelen ser todos buenos. Cosa que no se puede decir de las películas. Te instigan con lo mejor. Te insinúan. Te provocan la curiosidad, la imaginación, pero... también te traicionan. El de ésta peli fue un golpe de efecto para ir a verla. 
                Prefiero el título original. La curva tiene más posibilidades de metáfora que el efecto. La curva de la vida, del trabajo, de la carretera, del amor, del sexo, de la amistad,... todas ellas explícitas en la película. De hecho, en otros países que emplean el español, la han titulado Curvas de la vida.
                El eterno Clint está ya en las últimas, también su personaje. Pero sabido es que quien tuvo retuvo, y éste tuvo, todavía tiene, mucho. Entre ambos se sostiene la trama e interpretación. Hasta es rescatado como Harry el sucio, atentos a la secuencia: que necesitamos mostrar al personaje cuando era más joven y en una situación violenta y ya no vale el maquillaje ni los efectos especiales, pues recurrimos a otro de sus personajes interpretados por él años atrás. Me pregunto cómo se gestiona esto a nivel de producción: permisos, derechos, etc.
                Sí, también está Timberlake, que sin pecho que destapar, se entrega a una buena interpretación. No es nada fácil cuando el público te puede tener encasillado.
                En el personaje de Amy Adams podemos ver a la persona que se consagra al trabajo a falta de familia por atender, o eso cree ella. Pero es en la familia donde encuentra quién es y para qué está llamada realmente. Cuidando de su familia encuentra la clave de su existencia.
                Estén tranquilos aquellos que piensen que es una película de béisbol. Es uno de los deportes más aburridos de ver, pero no tanto de practicar bajo las indicaciones de Sarmiento en el Chaparral. Así lo sentí en las gradas de los NY Yankees el día que por suerte y paciencia me regalaron unas entradas de una manera un tanto extraña, cosas de La Ciudad. Por eso creo que el aliciente está en saber, cual enciclopedia, datos sobre resultados, carreras y batazos. No tan difíciles de memorizar como sí es darle a una bola curvada. Quizá sea por eso que un golpe de bate pueda ser algo histórico, de ahí que sea algo único cada golpe que se da.
                El montaje recurre, en ocasiones, a la transición por motivo que tan inteligente y sutilmente resuelve la continuidad argumentativa. Sigan la bola a este respecto. 
No se trata de una gran película con una gran trama original y curiosa pero sí se constituye en enseñanza de ciertos valores a través de lo cotidiano. No ocurre nada espectacular sino que lo espectacular está en los pequeños detalles, en las pequeñas conclusiones, que sumadas, hacen que salgamos del cine y de la semana con una agradable  satisfacción.
                No se puede pretender, como se pretende, practicar un deporte por el reporte económico o carnal que puedes conseguir al llegar a ser una estrella. Cuando hacemos de alguna de las consecuencias de una buena práctica nuestro objetivo, es que hemos perdido el norte. El objetivo debe ser hacer las cosas bien, y si podemos, divertirnos mientras que lo hacemos. Deseable sería además que el deporte nos formase, tanto para la competición como para la vida. En este sentido me quedo con el mozo repartidor de cacahuetes en las gradas.
                El chico no saca buenas notas y su madre no le deja jugar en un equipo pero él practica en sus ratos libres, como una diversión, como un juego, como una manera de pasar el tiempo con su hermano haciendo algo. Apunto a una técnica argumental: la premonición. La futura estrella le pide una bolsa y éste se la lanza. Uno alardea y otro cumple con su deber y pide el costo. La cosa queda ahí, pero el espectador atento verá cómo se resuelve este duelo. Lo mismo pasa en la vida para la persona paciente, aquello de "arrieritos somos y en el camino nos encontraremos".
                También se plantea el tema de la vocación profesional en cada uno de los personajes. Querer uno desempeñar un oficio y estar hecho para otro mientras trabaja en medio de ambos. Y hablarlo con uno, y otro aconsejarte lo contrario mientras sigue corriendo la vida.

               El final podría haber sido más aleccionador, creo. Cuando el que te patrocina la búsqueda de un tesoro te degrada, te ignora y desconfía de que tú no consideres como tesoro lo que él espera, malo. Pero tú sigues dándolo todo y a la vez lo mejor de ti mismo, ya casi de manera independiente y una vez encontrada la joya, ¿ corresponde tributársela a él? Es como cuando la operadora de telefonía móvil en la que estás te hace una contraoferta porque después de muchos años sin atenderte y mimarte te vas a otra. En ese aspecto estoy con Sabina: “ahora es demasiado tarde princesa, búscate otro perro que te ladre, princesa”.
                Antes de todo esto podemos observar cómo la sobreprotección tras un descuido puede ser interpretada como abandono; la obsesión por un ascenso deriva en la desatención del puesto que se ocupa; la deficiencia de una facultad potencia otra que la complementa; y, parafraseando a Lucas 16,10, quien cuida los pequeños detalles cuidará los grandes, o lo que es lo mismo, quien la caga en las pequeñas acciones la cagará en las grandes, en las grandes pruebas para la vida. Los pequeños detalles Clint y unos pocos los advierten, los grandes, todos. Y entonces, puede ser demasiado tarde.
Ojo, princesa.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Argoderse toca.

Argo es la película que nunca verás cuando vayas a verla. No es una aporía lo que escribo. Es así. Trata de ir a verla y lo entenderás.
Este Ben Affleck lo hace bien. Nunca supe a quién atribuir aquel guión de Goog Will Hunting. Si a él o a Damon. Ya me va quedando más claro.
Lo que mejor hace es meternos en la piel de los protagonistas a base de primeros planos de la cara de los mismos. Así nos hace fijarnos en ellos y sus expresiones. Los primeros planos en sala oscura con pantalla grande no son lo mismo que en la tv o en copia pirata. Cuando quieres saber cómo se siente alguien basta mirarle a los ojos, observar que con esa mueca o gesto puedes identificarte. Es así cómo te caza para luego llevarte, poco a poco y de la mano de los personajes, a la tensión.

Porque si algo tiene esta película es tensión. Tensión hasta el punto de necesitar salir de la sala porque no quieres saber, porque quizá no sabrías cómo te enfrentarías a tan delicadas situaciones, una tras otra. En las que el mínimo error te asegura el linchamiento público en el acto.
Siempre he pensado que el hombre es bueno. Pero si está solo. Lo que da miedo es la muchedumbre dirigida por rígidas normas. Es como si actuasen como las damas y temiesen ser comidos por no comer. Sufrir las normas por no aplicarlas. Y así es cómo, aunque no sean justas, se aplican a rajatabla. Aunque alguna, sabiendo las consecuencias, se arriesgue. Jugando a no ser advertida.
Con la marabunta no trates de razonar, pues la razón en el grupo se disuelve. Las mayores atrocidades se comenten bajo la autoría del grupo. Las acciones en grupo dan cierto anomimato al individuo y esto lo hace los suficientemente fuerte, o debería escribir cobarde, para cometer la fechoría.
A nivel técnico, junto a la utilización de primeros planos y su objetivo que ya he comentaddo, me gustaría destacar el montaje por motivo. El cambio de una imagen a otra es un cambio brusco. Para ayudar al espectador y que éste sienta la continuidad del discurso de una secuencia a otra se elige un motivo, un objeto, una idea y a través de ella se accede a la nueva imagen. Un ejemplo es cuando uno de los personajes, cabreado, rompe una figura de cristal. La consecuencia es los pedazos disparados. La imagen siguiente muestra una bola de cristal girando, como si proviniese de ese golpe, como si fuese uno de esos trozos de la figura de cristal. Pero no. Es una bola que maneja sobre su escritorio otro protagonista. Así, casi sin darnos cuenta, el director nos conduce la mirada, el sentido, el significado que continuamente buscamos en la película para que lo sigamos construyendo con la nueva situación que la nueva imagen nos plantea. Recuerda, montaje por motivo, hay varios ejemplos en la película en los que darse cuenta.
Sigo demandando un cine en versión original en mi ciudad. Entre otras muchas cosas porque hay un juego de palabras durante toda la película que si bien ha salido airoso en el doblaje, lo supongo más inteligente en inglés. Si alguien lo conoce que lo comente.














El toque Clooney, que lo tiene, yo lo veo en esa manera de presentar a la industria cinematográfica. Cuando la trama optó por este giro me dije: "Éstas son cosas de George". Ese toque irónico le caracteriza. Ya sea en la dirección, en la producción... hasta en la interpretación nexpressa.
Ejemplar es la actitud desempeñada por los personajes en momentos cumbre. El que hace lo que tiene que hacer y no le intimidan los dimes y diretes. El amor por el trabajo bien hecho aunque tenga uno la vida desecha... y la más inesperada: el que defiende con una fe inusitada la representación a punto de descubrirse. La tan necesitada en estos tiempos fuerza ante la debilidad. Las fuerzas de flaqueza..   
La sensación de tensión me ha durado varios días. Tensión agradable pues consciente soy de que viene de una ficción. Sin olvidar que esa tensión real existe, a telediario por día. En el oriente medio lejano, o quizá no tanto. Esa tensión que viene desde que Abraham despidió a Ismael y se decantó por Isaac, no sé si por él, por el otro o por la madre del uno o del otro, o porque era lo que Dios tenía previsto para él. 
Por eso me gusta tanto ir al cine, porque te hace casi vivir la experiencia sin más riesgo que el de atragantarte con una palomita. Porque te permite hasta argodearte de la tensión.


viernes, 9 de noviembre de 2012

Quiero una familia


Les voy a contar que Eimish es una adolescente con tintes de madurez, como tantas de las que por ahí andan. La madurez que no siempre termina llegando y cuando lo hace, no siempre es a tiempo o de la mejor manera. Eimish está llamada, por su naturaleza, a amar, ser amada y tener una familia. La familia es ese lugar en el que te quieren por quién eres y cómo eres, y no tanto por lo que haces, tienes o puedes llegar a ser.
Eimish no es una amish, que quede claro. Que la conocí en pase de prensa pero ustedes pueden hacerlo desde hoy en las salas de cine menos comerciales, porque sí, es cine de autor, del que demanda algo de reflexión, con actores consolidados y más de un goya.
Desde su infancia Eimish añora lo que es una familia, quizá sea por eso que sabe cuánto la necesita y es capaz de abandonar a quien ama. Eimish necesita una familia pero no la quiere con quien no quiere tenerla.
Eimish, como tú y como yo, ha viajado, vivido y experimentado, pero sigue con un hueco vacío. Ese vacío que toda persona necesita rellenar y trata de colmarlo a base de amores de calle, de pasiones mundanas.
Y en esto, Eimish se va de casa en busca del HOGAR, en plan hasta luego Lucas, que así se llama su pareja. Y allá que van, Eimish que busca y Lucas que busca a Eimish sin buscar lo que busca ella.

Toda búsqueda está marcada por jalones. Y dónde unos sólo ven objetos, otros ven las indicaciones de su camino. Las mariposas antes fueron gusanos y las estrellas sólo lucen en la oscuridad del resto.
Todos buscamos algo por tal de colmar nuestras necesidades. Las más básicas y las menos. Buscamos hasta la desesperación. Y más en los tiempos que corren. Porque cuando no tenemos lo que queremos, nos sentimos faltos. El resto, lo tengamos o no, nos da igual.
Con la que está cayendo, y no sólo de agua, lo que hay que tener es una familia. En estos tiempos de crisis, quien la tenga: que a ella acuda. Quien no: que retorne a ella o la busque. Porque si bien puede que en ella no encontremos las soluciones, sí se nos comprenderá y se nos consolará más que con los bancos, con los políticos y con Ángela Merkel.  

jueves, 8 de noviembre de 2012

Looper

He pensado que podría ser nombre de perro, pero llueve demasiado como para pensar en eso. Cambio el menú grande de palomitas por el mediano. Pero siguen siendo caramelizadas. Llueve mucho pero el parking del tablero estaba lleno y sin embargo en la sala estamos cuatro. En los trailers Stallone sigue estando ágil y fuerte. ¿Pero qué edad tiene ya éste?
Dos más que llegan tarde.

El protagonista hace de Bruce Willis en gestos y muecas pero no se parece al joven de luz de luna. Le hubiese dado más aire a Mel Gibson. Otros dos más que llegan.
Está bien que en la primera media hora te digan qué puede pasarle al protagonista, tanto si hace lo que debe como si no, para luego hacer lo que el guionista ha decidido y que ninguno habíamos pensado.
¿Puede el futuro repercutir en el pasado? No como en Regreso al Futuro sino como avance al pasado. 
Imagínate que te encuentras con Hitler cuando era niño. ¿Lo matarías o decidirías darle amor para sacar amor de él?
Y al final todo se resume en eso, en un búcle. En una madre que muere por su hijo. En un hombre que mata por su mujer. En un hijo que se cría solo odiando al mundo que le negó el cariño. Un bucle que se enlaza con otro y que no termina. Y sólo se puede cambiar si es uno el que cambia. Si es uno el que se sacrifica, por los demás.
Afuera sigue lloviendo. Los créditos terminan. Parece que vamos a mojarnos un poco, por los demás.
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