Quiero
escribir sobre esta película. Quiero escribir sobre la historia de esta
película en particular, sabiendo que pueda leerse para otras historias, hechos
y vidas en general. Cada cual que interprete según su experiencia, ánimo y
mente; yo, escribo sobre ésta.
Empecemos
por el apunte técnico. Fijémonos en la música, extra e intradiegética. De cómo
construye significado y sentido según su tono, sus graves y agudos. Cuando
Nicole, interpretada por los ojos y boquita de Kelly Reillyla, se inyecta la
droga, los graves que hacen retumbar nuestro pecho nos trasmiten la sensación
que le invade. O cómo la música envolvente que acompasa el caminar de Harling
Mays, agarrado de la coleta de John Goodman, deja de oírse en estéreo cuando
llega al mostrador y se quita uno de los auriculares. La música nos hace sentir
lo que sienten los personajes, nos trasmite el estado de ánimo de los mismos, y
lo hace con este tipo de juegos técnicos. Atentos a ellos.
Lo
mejor es ir a verla sin saber de qué va, quedándonos con la portada, con ese
Denzel Washington caracterizado en el comandante Whitetaker, Whip Whitetaker.
Pienso que los nombres de los personajes también hablan de los mismos.
Prueben a quitarle la W de Washington al nombre y apellidos de su personaje:
¡hip! hit taker.
Bastaría
ir a verla sólo por escuchar el monólogo sobre la vida en boca y ojeras de Tiki
Pot, interpretado por el metamorfoseado Charlie Eugene Schmidt, en unas escaleras a medio subir o medio terminar de bajar. El trabajo de abogado de causas imposibles lo hace el personaje de Don Cheadle, al que no es que le ponga
que le llamen de don sino que abrevia el Donald.
Todos ellos
orquestados bajo la regresada batuta del futuro de Robert Zemeckis.
Insistido
en suficiencia respecto a la técnica e interpretación como garantía de
satisfacción, quiero pasar a la historia, a la reflexión. Antes, una
aclaración, he escrito "ir a verla". No significan lo mismo las
películas en una gran pantalla a oscuras y altavoces calibrados y dispuestos
estratégicamente (el director la ha rodado pensando en estas mínimas calidades)
que en la pantalla de casa, aunque ésta simule las 3D. Mucho menos me vale en
copia adquirida sobre manta o bajo descarga. Señores, esto es cine, quién lo
probó lo sabe.
Ya
sí, la reflexión. Resulta que en la vida vamos elaborando actividades, con
mayor o menor acierto. Acompañando a nuestras acciones va todo lo que somos,
hacemos y dejamos de hacer. Durante el periodo formación inicial uno debe
procurar rellenar las distintas estancias, recovecos y facetas de su carácter
con buenos hábitos y costumbres. Recientemente he leído que "los
valores e ideales engendran unas pautas de comportamiento coherentes con ellos.
El desfallecimiento de aquéllos comporta progresivamente el hundimiento de
éstas." Y añado, y de la persona que no los practica.
Pongamos
que en un buen o mal momento de la vida uno encuentra alivio, placer o consuelo
en lo que a la larga se constituye como vicio. Los vicios, como malas
costumbres que son, le acompañan a uno siempre. Tanto si obra bien como si obra
mal. Otra cosa es que uno logre dominarse, con mayor o menor esfuerzo. ¿O no,
fumadores?
Sigamos
poniendo que a uno se le presenta un asunto peliagudo, un vuelo delicado sea
por caso, y lleva destacado uno de sus malos hábitos. Lo que logras hacer no
tiene nada que ver con ese mal hábito y en vez de matar a 100 pasajeros
consigues salvar a 98. La tripulación no cuenta. El avión estaba
jodido, iba a pasar lo que tenía que pasar, con o sin malos hábitos. La
pregunta a la que hay que dar respuestas tras ver la peli es: ¿puede un vicio
deslegitimar las buenas acciones, los buenos momentos?
La
película apunta que para que uno pueda erradicar un vicio, debe ser plenamente
consciente de que lo tiene y que es tan nocivo para él como para su entorno,
hasta el extremo de poder convertir la extraordinaria persona que puedas ser en
un auténtico desquerido para los tuyos. Porque sí, señores, se puede ser
desquerido.
¿Porque estas tan seguro de que lo que logra hacer no tiene nada que ver con su mal hábito?
ResponderEliminarEsa es la única duda que yo tengo. Quizás sin ese mal hábito hubiese matado a todos.
Por otra parte de acuerdo con que la música es parte de los personajes.
Por último yo hubiese llegado hasta el final siendo como es y saldrías de la sala con un buen debate ético en la cabeza
Efectivamente, también pensé en que la solución que aporta no se le hubiese ocurrido de no haber estado bajo la influencia de su mala costumbre.
EliminarEn relación a esto, pienso en todas las grandes canciones y obras artísticas que son producto de una creación enviciada. Pienso en Joaquín Sabina, por ejemplo.