Bardem, hablo como actor, es un lujo. Es de los mejores, de hecho ahí lo tenemos: otra vez nominado. No sólo entrega su físico al servicio del personaje, también reconoce haber entregado su psique. Representa con su personaje a la sociedad actual, tan material por un lado y tan espiritual por otro, pero enferma de desnecesidad, enfermada de hartura, de no hacer las cosas bien.
Su personaje tiene un don, y ya se sabe aquello de que no poseemos nada que no se nos haya dado desde arriba. Así es que, para sobrevivir, tiene que apañárselas con chanchullos varios, ya que por su don no pide nada, apenas sí la voluntad cuando la necesidad pura aprieta.
Tranquiliza a los muertos para que se vayan en paz, pero sin poder usar ese don para sí mismo. Es lo que tienen los dones, que no se nos dan para utilizarlos en nosotros sino para el servicio a los demás.
No nos damos cuenta de que somos mortales porque no dejamos de sentirnos vivos, pero cuando la Parca nos avisa de que estamos dentro de sus acciones inminentemente siguientes, no solemos llevarlo bien. Además el tema es tabú en esta sociedad. Es lo que le pasa al personaje e, insisto, a la sociedad, a este modelo de sociedad, que también muere, sin dejar los papeles y las cosas en regla.
Cuando uno enferma busca el remedio, la pastilla que lo arregle todo, pero pocas veces buscamos el origen de la enfermedad. Hay ocasiones en que nos ha tocado la china con la genética y poco podemos hacer, es como cuando toca la lotería pero en negativo. Pero en otros casos las causas de la enfermedad nos la hemos buscado nosotros solitos, más o menos inconscientemente: con la falta de valores, la desvirtuación de los cuerpos con tanta operación estética que en el film pone pechos en las posaderas, aberraciones en el trato personal, fraternal, con políticos alejados del pueblo que los catapulta y sostiene, el mundo entregado al placer que no alimenta.
La vida, como el cine, es necesaria para seguir viviendo, porque el cine, como la vida, es necesario para seguir aprendiendo, entendiendo, para identificarnos con los personajes y con nosotros mismos. Sugiriendo, provocando, invitando a que hagamos algo.
La muerte está certificada para todos, lo que no sabemos es cuando se hace efectiva. Algunos médicos son capaces de predecir mes arriba, mes abajo, pero hay algunos cineastas que a este modelo de sociedad que nos hemos montado ya vienen a ponerle fecha de caducidad, año arriba, año abajo. Iñárritu es uno de ellos.
Las cosas no son como se escriben, como nos gustaría que fuesen, son como son, son como suenan, son como la vida: BIUTIFUL.
Al menos, en español, lo tenemos claro.
Bueno, veo que te vas a animar a actualizarlo con cierta frecuencia. Bien. Ya estás fichado en el Reader.
ResponderEliminarEsto me lo leo mañana, con tiempo... ¿Pero tú a quién le pides permiso para entrar este lío..., charlie?
ResponderEliminarSabes perfectamente que Sinretorno es Tiraps y que va de cara así como el viajero va de barbas. Daniel Tirapu, me llamo. Me apunto la peli.
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