Bueno, que ahí estaba yo viendo en un monitor chico cómo el chico malo iba sin casco con su moto de cilindrada media e increpaba a una chica que asomaba la cabeza por la ventana del mercedes de papi parado en el semáforo cuando me abordaron tres ninfas vendidas del pasado: Marta, Mila y Ana Isabel.
Suelo tardar un poco en renovar el recuerdo que albergo de mis antiguos alumnos con la imagen que se me presenta en el encuentro. A medida que hablan, sus voces hilan lo uno con lo otro y termino dando con el nombre, el apellido, sus aficiones y su la letra. También con su la forma que tenían de estar en clase, germen de la actitud ante la vida. Iban ellas a ver The Tourist sin más razón que era la sesión para la cual había sitio en el tramo horario que les venía bien. Supongo que también, esto lo supuse yo, por el galán que ya, con ojos de incipientes mujeres, veían en el actor que no fue más que un gracioso y carismático pirata.
Los alumnos, mis antiguas alumnas, mis niños y yo expuestos al devenir comercial de las distribuidoras cinematográficas. Porque… ¿realmente vemos lo que queremos o lo que nos disponen que queramos ver?
Que cada uno se conteste en larga o breve reflexión. Yo entré a ver la peli. Recuerdo que conocía la historia de Gulliver gracias a la editorial Bruguera que editó los títulos de la literatura infantil, de los que varios rondaban de estantería en estantería por la casa que habité cuando era niño.
Por aquel entonces consideré la historia de este tipo totalmente imaginaría, fantástica. Un personaje que sufre las inclemencias meteorológicas que terminan llevando a mundos tan dispares.
Ahora, con la película, y gracias a que el personaje lo repite varias veces, también como conclusión final, me doy cuenta de que no todo es tan fantástico, que alrededor de nosotros siempre habrá gente grande que se considere pequeña y gente menuda que se considera grandes personas por tener grandes pre/ocupaciones. Ya sea en el mero plano físico o aquel más profundo que se hospeda en el interior, donde no se ve, donde no se toca.
Ahí, ser grande, es cuestión de proponérselo e ir a por ello.